CAPITULO IX (Experiencia máxima)
Esculcando en la cómoda encontré en un cajón una bolsa negra "bastante sospechosa" con una cajita adentro, mi búsqueda había fructificado, al abrir la caja encontré un pene de quince centímetros, bastante grueso, venoso como un pene real, lo saqué, lo observaba mientras la temperatura del cuerpo de Carolina continuaba elevándose cada vez más, al tocarlo, al sentirlo, descubrí entonces que vibraba.
Empecé a tocar el pene como si estuviera
masturbándolo, lo chupe, lo bese, lo mame, entonces me pinche las tetas, esa
sensación me encanto, la vagina de Carolina estaba muy húmeda, perfectamente
depilada, volteaba y veía como brillaba de su humedad, prendí el consolador a
la velocidad más baja y empecé a pasarlo por todo el cuerpo, por las tetas,
labios vaginales, hasta que encontré el clítoris, me centre completamente en
él, lo estimule hasta que casi me vine, me detuve antes del orgasmo, quería
seguir disfrutando.
Me acosté en la cama, abrí las piernas al máximo y
puse el pene en los labios vaginales, empecé a bombear en la entrada,
lentamente, metí solo la cabeza y lo saqué, empecé el mete saca, cada vez lo
metía más y lo dejaba más tiempo dentro, despacio, lento, con ritmo, mientras
que yo lo apretaba con las paredes vaginales, ayudo bastante el haber
experimentado el sexo con el gordo, mis gemidos eran impresionantes –“¡Ah, más! ¡Así, que rico!”- era como tener mi pene de
verdad dentro de mí, pero manejándolo a mi antojo.
Mientras lo tenía dentro empecé a subir la velocidad,
lentamente, hasta que llego al máximo, lo deje así, vibraba impresionantemente,
una mano movía el pene y la otra estimulaba el clítoris, ahí logre un
maravilloso orgasmo, parecieron tres juntos; me estire, pero no saque el pene
de la vagina, seguía ahí a su máxima velocidad entonces empecé a reducir la
misma gradualmente igual que cuando la subí, entonces con una mano manipulaba
el pene y con el otro masajeaba las tetas sentí un dolor muy rico, ahí logre
otro orgasmo, mis gemidos eran maravillosos, por fin los pude gritar, grite, me
gritaba a mí mismo que era una “puta”, “una zorra”, me excitaba el simpe hecho de
pensar en el cuerpo de Carolina haciendo ese tipo de cosas.
Saque el pene, lleno de jugos, lo limpie con la
lengua, lo limpie bien, lo metí en su caja y regrese todo al cajón. Me metí a
bañar, con todo lo que había pasado estaba todo sudado o en este caso sudada;
mientras me bañaba una vez más el deseo de masturbarme era prácticamente
ineludible, así que lo hice sin ningún tipo de limitación, ese cuerpo lo
necesitaba, de alguna manera me lo hacía saber cómo si lo conociera de toda la
vida, empecé a acariciarme los pezones, primero suavemente y luego más fuerte.
Los pezones estaban muy erectos, sentir mucho calor a
pesar de que la temperatura del agua que caía por la regadera no estaba tan
caliente, volví a tocarme los pechos con más energía, me acaricié las inglés suavemente y rocé una zona más caliente, estaba ardiendo
y parecía que yo tenía que apagar el incendio, empecé a moverme, me recargue en
uno de los muros flexionando las piernas quedando en una pose cómo si estuviera
montando a caballo, con una mano me
rozaba un pecho, mientras que con la otra en mi zona cada vez más caliente,
entonces con una mano me metí un dedo y lo sacaba, con ritmo acompasado, dentro
y luego fuera; cada vez más deprisa, metí dos dedos y con el pulgar acariciaba
el clítoris, mis jadeos hacían eco en la regadera, tenía tanto calor y no podía parar, estaba
teniendo un dulce e innegablemente placentero orgasmo.
Una vez que salí de la ducha, tome la ropa de Carolina
y me vestí; busque el bolso que traía cuando llego a la casa. Encontré algo de
maquillaje y con la ayuda del medallón exploré su mente para poder maquillarme,
el artefacto era de gran ayuda al momento de efectuar algún tipo de cosa que
jamás había hecho en mi vida. Tuve que utilizar el medallón para adaptarme
mejor al cuerpo de Carolina, utilizar esa ropa tan ajustada y sobre todo esas
malditas botas que me estaban destrozando los pies, sin duda alguna me tomaría
mucho tiempo adaptarme a todo eso, así que el medallón era la ruta fácil para
brincarme toda la funesta vivencia que implicaba acostumbrarme a ser mujer.
Recogí todas las cosas que llevaba Carolina, al tomar
su teléfono me di cuenta que había algunos mensajes y llamadas perdidas de
papa; basto la ayuda del medallón para conocer la contraseña y acceder al
sistema del móvil. El empleo de medallón contribuyo para sostener una breve
charla con el “viejo” y resolver sus dudas acerca de lo que ya había demorado
en regresar, sin embargo, no resulto difícil convencerlo de lo incomodo e
inconveniente que era lidiar con su exesposa.
Es difícil de explicar, pero cada vez que utilizaba el
medallón para obtener habilidades e información de Carolina, de alguna manera
comenzaba cada vez más a disfrutar el ser ella. Estuve pensando acerca de lo
siguiente que haría, en ese momento tenía dos cuerpos completamente inertes de
los cuales encargarme, sin embargo, antes tenía que ocuparme de papa, era una
situación que no debía demorar. Tuve que ajustar el plan un poco ya que el
original dependía de dos personas, pero al deshacerme del gordo debía
solucionarlo solo.
Sinceramente no fue difícil resolver la situación, decidí
llevar conmigo mi verdadero cuerpo y subirlo a la parte trasera del auto de
Carolina, el manejo del auto y el camino más adecuado para llegar hasta mi
destino seria solucionado con el empleo del medallón al indagar en los
recuerdos de Carolina. Mi estrategia era hacer pensar a papá que estaba dormido
por el viaje, mientras esperaba a que se distrajera para emplear el medallón
sobre él, así que todo estaba bajo control y lo resolvería solo, creo que eso
era lo que más me emocionó.
Al llegar a casa de papa este salió a recibirme, al
bajarme del auto lo tenía justo frente a mí y sin darme oportunidad alguna me
tomo por la cintura y me acerco bruscamente hasta él para darme un beso. Trate
sin éxito de alejarlo de mí, su fuerza y agarre fueron demasiado para la fuerza
del cuerpo de Carolina, el cual como si tuviese voluntad propia dejo de oponer
resistencia dejándose llevar y, muy a mi pesar creo que su cuerpo lo disfruto
demasiado, su naturaleza supero mi racionalidad.
Mis esfuerzos fueron vanos para convencerlo que debía
bajar a Nico del auto, estaba dormido y no bajaría solo, sin embargo ignoro mis
comentarios y literalmente me arrastro hasta la casa, entrando por la puerta de
servicio me empujo hasta la barra de la cocina, tomándome fuertemente de la cintura
y levantándome hasta sentarme en la barra; no dejaba de besarme y cuando
intente darle un golpe para alejarlo puso su mano en mi vagina, fue tan intensa
la sensación y aunque ya había sentido algo similar en el cuerpo de mamá, me
bloque totalmente, frotaba su mano sobre mis jeans y ya que estos estaban tan
ajustados el roce cada vez excitaba más y más el cuerpo de Carolina.
Sin miramientos me bajó el escote y sin alejarse
siquiera un poco tomo uno de mis senos y comenzó a lamerlo y chuparlo succionando
levemente el pezón, al mismo tiempo y sin percatarme metió su otra mano dentro
de mi pantalón y buscó el clítoris, el cuerpo de Carolina tenía voluntad propia
y hasta cierto punto enloquecido, irrefutablemente excitado. Me mojé, sentía
como los jugos salían y empapaban la mano de papá; bruscamente cambio su
actitud seductora y precavida por una más agresiva, devoraba mis pechos, los
mordía y los jalaba, yo no podía reprimir los gemidos y sin esperarlo me besó
para ahogar mis gemidos.
Sacó sus dedos empapados de mi vagina y los puso en mi
boca ordenándome que los lamiera. Comenzó a desabrocharse el pantalón con su
otra mano, liberándome por un momento, sin pensarlo me enderecé para intentar
huir, pero me tomo del brazo y justo al bajarme de la barra puso su mano sobre
mi hombro obligándome a hincarme, era demasiada su fuerza para oponer mayor resistencia
se acercó a mi cara y puso su pene en mi boca, sujetó primero mi mandíbula para
meter si miembro y luego me tomo de la cabeza, y empezó a sacudir de adelante a
atrás mi cabeza. Su pene era grande y grueso, sus embestidas eran fuertes,
sentía en lo profundo de mi garganta aquel inimaginable pedazo de carne.
Sentía ahogarme por instantes, en un sobre esfuerzo
mental por eludir lo que estaba sucediendo y hasta cierto punto comenzando a
disfrutar, intente llevar una de mis manos hasta el medallón, no obstante, era
difícil ajustar la gema y accionarla sin verla. Tanteaba poco a poco el
medallón, pero sin éxito, para cuando considere que era mi oportunidad, mi captor
saco su pene de mi boca y me levanto bruscamente, dándome la vuelta y poniendo
mi cuerpo de frente a la barra, sin perder instante jalo mis pantalones hacia
abajo, llevándose consigo en el movimiento mi ropa interior y dejando al
descubierto mis nalgas. Llevo su mano a mi espalda y me empujó hacia delante
fuertemente haciéndome flexionar y aplastando mis pechos contra la barra, sin
que pudiera hacer algo estaba completamente a su merced; con su mano libre tomo
mi entre pierna obligándome a abrir las piernas y levantándome desde mi vagina
para luego tomar su miembro e introducirlo muy dentro de mí.
Me dolió su brusquedad, intentaba moverme para
liberarme, mi desesperación dejaba escapar algunos reclamos pero poco a poco
menguaba mi resistencia, paulatinamente al dejar de luchar contra él, empecé a
sentir el placer de su vaivén dentro de mí, sus embestidas eran duras y lentas,
mis pensamientos eran los únicos que aun emitían algún tipo de resistencia,
solamente opacados por el placer que crecía cada vez más, me era imposible
lidiar con eso, no podía con tanto placer, no tardé mucho en llegar a mi primer
orgasmo. Para ese momento había perdido completamente el control del cuerpo de Carolina
me deje llevar por su ansiedad, acompañaba el movimiento que realizaba ese
hombre dentro de mí para que no lo sacara.
Me dio la vuelta y tomo una de las sillas del desayunador
acercándola hasta nosotros y besándome, se sentó y me tomo de las caderas,
sentí como si me levantara y me dejó caer en su pene duro y sí, otro orgasmo
más y él siguió, su fuerza en lugar de disminuir sentí que se incrementaba cada
vez más, sentía palpitar su miembro dentro de mí y las paredes interiores de mi
vagina ejercían presión rítmica fuera de mi control. De pronto salió de mi
interior, se levantó de la silla, me tomo de la cintura fuertemente y me sentó
en la silla, se acercó tanto al grado que justo frente a mi rostro estaba su
verga, la cual tomo con una de sus manos y comenzó a agitar hasta que acabó con
una enorme corrida sobre mis redondos pechos, el calor de su semen corría por
mis tetas, en un acto instintivo agarré aquel duro pene y lo metí en mi boca,
necesitaba probar aquel líquido y aprovechar hasta la última gota.
Así entendí porque Carolina estaba con papá, el placer
que sentí en ese momento era incomparable, además de ser un hecho que el cuerpo
de Carolina era mucho más sensible que el de mamá, era innegable que el placer
que sentía con ese hombre era aún mayor. Mi padre me tomo del rostro levemente
y me dio un beso apasionado, para pedirme que lo disculpara tenía que ir al
baño por un momento; allí sentado y profundamente impresionado, tomé el
medallón para revisar las memorias de Carolina ¿Siempre era así el sexo con
papá? O era sólo un evento aislado, formidable por una única vez; pero al
indagar en sus pensamientos Carolina me revelaba algo más sorprendente, podía
ser algo mucho mejor que eso.
¿Qué haría? ¿Acaso era conveniente llevar a cabo mi
plan original? Por primera vez tuve dudas acerca de lo que debía hacer y de
algún modo estaba seguro de que poco a poco me iba convirtiendo más y más en
Carolina, mi mente voló rápidamente, en cuestión de segundos la duda se cernió
sobre mí y parecía que, al revisar la memoria de Carolina, eso no hacía más que
acrecentar ese deseo de permanecer así. ¿En realidad podría convertirme en
Carolina y quedarme con papá para siempre o sería producto sólo del deseo de
aquel momento? ¿Qué debía hacer? El tiempo se agotaba para tomar una importante
decisión.
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