CAPITULO VI (Encuentro)
No podía creer lo que estaba pasando, era obvio que no se trataba de un sueño, estaba accidentalmente en el cuerpo de la idiota de Araceli, tarde algunos minutos en adaptarme al cuerpo de Araceli, no perdí el tiempo, por supuesto que explore todo lo que pude, cuidando de que no me descubrieran, sería un imbécil al ignorar que el causante de lo que estaba pasando era esa mierda de medallón. No se requiere de un intelecto superior para saber que tenía que recuperar de inmediato el objeto, me quite las zapatillas, ya que era imposible caminar con esas porquerías, salí apresuradamente del consultorio, pasando de largo e ignorando a los idiotas que estaban a fuera esperando.
Tuve que evadir algunos imbéciles que estorbaban en el
pasillo, cuando llegue a mi cubículo me tire al suelo, buscando el medallón, me
costó trabajo ponerme boca abajo, era incomodo sentir las tetas con la presión
del cuerpo, al no verlo a simple vista, me hizo pensar que algún pendejo se lo
había robado, sin embargo, para mi fortuna, la porquería se había deslizado
hasta una de las esquinas de la isla. Justo al tenerlo entre mis manos me sentí
mejor, estaba tranquilo, si ese pedazo de mierda había provocado el cambio,
seguro podía regresarme.
Me acerque al tarado del cubículo próximo:
“¿Qué le paso a Daniel? ¿Dónde está?...
¿Qué no escuchaste? ¿Dónde está?”
El imbécil tardó en reaccionar, comenzó a desespérame
con su cara de pendejo, tuve que esperar algunos segundos más para que el
tarado reaccionara, lo único que dijo fue que se lo habían llevado al hospital,
sabía que no le sacaría más al tipo, no perdí más el tiempo y baje corriendo
hasta la recepción, me dirigí hacia la chica de recepción, cuando la vieja me
vio corrió y abalanzo sobre mí, dándome un fuerte abrazo, el sentir sus tetas apretando
las mías me hizo calentarme un poco, apendejado por la nueva sensación permite
que ese abrazo se prolongara, al separarnos la tipa dijo estar feliz porque yo
estaba bien, ¿Qué pendejada era esa? entre cerré un poco los ojos mirándola
fijamente, antes de que pudiera decir algo nuevamente la idiota estaba
abrazándome
-Araceli, pensé que algo malo te había ocurrido, me preocupé mucho
cuando vi salir a Daniel en camilla
-¿En camilla?¿Qué me paso?... ¿Qué paso?
¿Cómo estaba?
La chica guardo silencio, giro la cabeza lentamente
hacia ambos lados en repetidas ocasiones, su breve respuesta me preocupo más
que sus estúpidas muecas
“Estaba inconsciente, Gerardo se fue con él al hospital, hace poco
llamo para avisar que Daniel está en coma”
Maldita sea, ¿Qué era esa estupidez? no podía creerlo,
el maldito cuerpo frágil de la perra de Araceli, ¿soporto mejor el golpe que mi
cuerpo? sencillamente era una estupidez, como pude me las arregle para sacarle
la información de hospital, tuve que regresar al piso superior, entrar en la
oficina de Araceli, buscar algo de dinero entre sus cosas y apresúrame a ir al
hospital.
Tomé el auto de la perra y conduje hasta el hospital,
no fue sencillo salir del edificio, varios idiotas intentaron detenerme,
argumentando que no estaba en condiciones, me encabrona toda esa gente
estúpida. Circo maroma y teatro para llegar al lugar correcto, tuve que
discutir con la imbécil de la recepción, necesitaba entrar para ver en qué
estado estaba mi verdadero cuerpo, pero la infeliz se negaba, seguramente el
alboroto hizo que Gerardo se diera cuenta de que estaba intentando entrar,
justo cuanto estaba a punto de darle un puñetazo a la desgraciada perra,
Gerardo me toco el hombro lentamente, gire bruscamente, al verlo tan de cerca y
con su típica pasividad, provoco en mí el que me tranquilizara.
Alejados del tumulto que yo mismo había creado, nos sentamos
en una banca de la sala de espera, con mucha tranquilidad me explico lo
sucedido, de cómo nos encontraron en el piso, además de las complicaciones que
se presentaron, escuché sin decir nada, estaba interesado, no tuve que
preguntar para saber los pormenores, la mala noticia para mí es que Daniel,
carecía de actividad cerebral y con pocas posibilidades de mejorar. Estaba
asustado, tenía que verlo yo mismo, le pedí que me ayudara a entrar a ver a
“Daniel”, como pudo el tipo logro que me dejaran entrar; recorriendo el
corredor, mientras más cerca estaba de la habitación mi corazón se aceleraba,
era como si quisiera salirse disparado; Gerardo abrió la puerta, pidiéndome que
estuviera “tranquila”, le dije que me dejara a solas con “Daniel” era claro que
necesitaba hacer algunas cosas solo.
En cuanto cerró la puerta y se alejó, corrí para
acercarme a mi cuerpo, conectado con todas esas mierdas, estaba completamente
inerte, saque el medallón, lo traía colgado en el cuello, la blusa lo escondía,
no sé cómo funcionaba en realidad, pero suponía que algo tenía que ver la
piedra del centro, momentos antes de perder la conciencia en la oficina pude
ver intensificarse un tono verde idéntico al del medallón, sin pensarlo
demasiado, gire la joya hasta que llegara al tono verde, lo coloque debajo de
la mano de mi verdadero cuerpo, dejando debajo del medallón la mano del cuerpo
de Araceli, sin tener alguna reacción, cambie la posición de las manos, el
transcurrir de los segundo sin reacción me encabronaba; un tercer intento,
coloque las manos con el medallón cómo la primera vez, pero en esta ocasión
daría un fuerte jalón, tenía la teoría de que aquel jalón a los documentos algo
tenía que ver.
La fuerza que apliqué al jalar las manos con el
medallón apenas si fue perceptible, cuando nuevamente sentí el estremecimiento
del lugar, una luz verde me deslumbro, seguido del destello blanco. Silencio,
un pitido constante y en constante aumento del mismo me despertó, cuando abrí
los ojos, lo primero que pude ver fue la cabeza de Araceli recargada cobre mi estómago,
no se necesita ser un genio para saber que había regresado a mi verdadero
cuerpo, comencé a reír, el medallón tenía un interesante funcionamiento; tal
vez había descubierto su funcionamiento, sin miedo a experimentar, realice la
mecánica para efectuar de nuevo el cambio, un nuevo jalón me llevo de regreso
al cuerpo de Araceli, mientras mi verdadero cuerpo regresaba a un estado
vegetativo. Efectué cuatro veces más el proceso, era claro que esa era lo forma
de emplear el medallón, estando en mi verdadero cuerpo y al ver el cuerpo
inmóvil de Araceli, me vino una gran idea, ya que todo mundo sabía que yo
estaba inconsciente, además de que de ninguna manera podía moverme del
hospital, decidí divertirme un buen rato con el cuerpo de Araceli, pensar en
todo lo que podría hacer, verla desnuda y experimentar con su cuerpo me hizo
excitarme, estaba decidido a no perder esa oportunidad, quizás estuve
fantaseando demasiado tiempo, ya que cuando menos lo esperaba Araceli comenzó a
recuperar la conciencia, sin perder segundos valiosos, efectué el cambio, sin
darle oportunidad a recobrar la conciencia, comenzaba a gustarme esa luz verde.
Salí de la habitación, estaba de un gran ánimo, no
podía esperar a ir a casa y jugar un rato con mi nuevo cuerpo, apresure el paso
para salir del hospital, pero en cuanto me enfile hacia el ascensor, Gerardo me
intercepto
“¿Estas bien Ara?...”
Claro que estaba bien, mejor que nunca, el idiota
creía estar hablando con “Ara”, le sonreí sarcásticamente, con un tono suave le
conteste que estaba bien, me di el lujo de pedirle que me llevara a mi casa,
afortunadamente el tarado no sabía dónde vivía realmente la perra de Araceli,
lo guíe hasta mi verdadera casa, el muy soquete me ofreció su ayuda por si necesitaba
algo, la ventaja de tener el cuerpo de Araceli es que podía hacer prácticamente
lo que quisiera con ese idiota, burlonamente le agradecí por todo. El viaje fue
breve sólo quince minutos, al llegar a casa, Gerardo estaciono el auto en la
calle, me regreso las llaves y tomo un taxi que lo llevara de regreso al
hospital, no había lugar a dudas, sería una gran tarde.
Siempre guardo una copia de la llave de la casa un la
base de la herrería de una de las protecciones de la ventana, sin problema
alguno estaba en el interior de la casa, cerrando la puerta inmediatamente
comencé a manosear todo el cuerpo de Araceli, de camino al cuarto empecé a
desnudarme, al llegar a mi recámara sólo tenía puesta la tanga y el sostén, esa
perra malparida tenía buen gusto para la lencería, mi imaginación volaba
rápidamente, no podía esperar saber que podían hacer unos dedos dentro de mi
nueva vagina, era hora de empezar a jugar.
Me que quite el sostén para quedar solo en tanga,
lentamente de a poco inicie pasando la mano sobre la vagina, aun sobre la ropa
interior, sentía demasiado rico al pasar la uña suave por el costado del
calzón, me acariciaba suavemente, las bragas empezaban a mojarse. Estaba
fastidiándome la tanga así que decidí quitármela para poder explorar más chingón.
Note que los pezones estaban duros y sensibles, decidí
apretarlos con una mano, el roce de los
dedos me gusto. Seguí tocando la vagina con la otra mano, pasando las yemas de
los dedos, no sé porque, ni por donde pase, un gemido salió de mi garganta,
poco a poco introduje mi dedo hasta el final, una vez dentro solo tenía ganas
de moverme, intentaba mover el dedo más y más rápido, sintiendo en él la
humedad causada y el calor que el cuerpo desprendía.
Entonces saque el dedo y juntándole otro intente
penetrarme con los dos a la vez, una vez dentro, les deje sin mover y sentí
como mi coño se abría poco a poco, como queriendo albergar los dos dedos, abrí
las piernas y comencé a meter los dedos, hasta que de repente cuando tenía los
dedos rose algo que me hizo pegar un
salto, fue en eso que sentí una cosquilla muy fuerte que me hizo apretar el
abdomen, fue como una corriente eléctrica que salió de mi entre pierna, imagine
a qué se debía, me pare, volví a tocarme hasta que sentí nuevamente la cosquilla
y pude ver bien que parte era la que me hacía sentir eso, y fue ahí donde
comenzó mi primera masturbación en el cuerpo de una mujer, empecé a moverlos
durante un rato, sentía placer, un gozo que nunca antes había tenido.
Mientras me tocaba, sentado comencé a sentir cada vez
más rico, me tire hacia atrás en la cama, recostado seguí y seguí moviendo mis
dedos sobre el que después descubrí que era el clítoris, transpiraba y se me
estaba cansando la mano, hasta que la cosquilla fue creciendo y creciendo,
sentí de nuevo ese placer tan rico, termine cansado, con las piernas adoloridas
ya que apreté demasiado los músculos y las pantorrillas mientras lo hacía,
sentí como quede totalmente mojado.
Había experimentado el mayor placer de mi vida, el
masturbarme cómo mujer no era nada ni semejante a lo que había sentido en mi
verdadero cuerpo, estaba pasándola bien, hasta que un extraño pensamiento me
fastidio, imagine a un hombre penetrando con su pene el cuerpo de Araceli, el
simple hecho de imaginarlo me hizo dar un salto fuera de la cama, me dio asco
aquella imagen, una cosa era sentir esa montaña rusa de emociones y otra el
pensar en un hombre.
Determine parar con el asunto de la masturbación, me
tranquilice y senté un rato en la cama, en lo que recuperaba las fuerzas para
hacer otras cosas. Tome el medallón, no mentiré al decir que esa mierda no era
una maravilla, de pronto note algo en su mecanismo que no vi la primera vez, un
par de botones en los costados, no me atreví a presionarlos, no sabía de que
eran capaces esas porquerías, continúe revisando los detalles del objeto,
estuve girando la piedra central por unos segundos, me detuve en uno de los
cambios de color de la joya, sin darme cuenta ya había anochecido, no aguante la
curiosidad, apreté los botones, un fuerte dolor de cabeza fue el resultado de
aquel experimento, una montaña de imágenes, pensamientos y recuerdos ajenos a
mi mente atascaron mi cabeza, eran cómo
si la información de la mente de Araceli fuese vaciada en mi cerebro, en
cuestión de minutos, sabía todo acerca de ella, de recuerdos de su infancia, de
los nombres de sus padres, amigos, incluso que tenía un hijo de nombre
Nicolás; uno de esos millones de
pensamientos resalto: “Nicolás esta solo en casa”, era cómo si sus sentimientos también me
afectaran, sin poder creerlo estaba preocupado por un idiota que ni siquiera
conocía; me levante bruscamente de la cama y comencé a caminar por la
habitación, pronto note otro cambio, mi forma de caminar era diferente, realizaba
un extraño contoneo con las caderas, me senté, sin tampoco notarlo en cuanto
estuve sentado junte las piernas, era increíble lo que sucedía había adoptado
ademanes de Araceli, realice un nuevo experimento, intentando evocar un
recuerdo de unas horas anteriores o días pasados, en cuestión de segundos tenía
ya una imagen en la mente, además de toda una frase ya construida con respecto
a esa imagen.
Estaba emocionado por las propiedades del medallón,
sin ningún problema podría hacerme pasar como la verdadera Araceli, con su
cuerpo y su mente en mi completo control. Tenía que realizar más experimentos,
necesitaba probar el ocupar otro cuerpo, sin demora tenía en la cabeza la idea
de ir a la casa de Araceli y aprovechar que tenía a su hijo, el niño sería un
buen candidato para mi experimento con el medallón, utilizando los pensamientos
de Araceli, tome su celular y le envíe un mensaje, pidiéndole que no se
preocupara que llegaría un poco tarde, quería dejar todo listo para ejecutar mi
plan.
Me vestí sin problema alguno, al poseer los
pensamientos de Araceli, todo era en automático, el simple hecho de ponerme el
sostén no represento dificultad alguna.
Ya muy de tarde, salí de la casa, subí al auto de Araceli y conduje
hasta su casa, conocía perfectamente el camino, me tomaron aproximadamente
veinticinco minutos llegar hasta su hogar, al entrar todo estaba en silencio,
todas las luces apagadas, conocía el camino, en absoluto desconocía la
distribución de los cuartos, sin dudar estaba subiendo las escaleras, deseaba
llevar a cabo mi plan lo más rápidamente posible, así que busque en la mente de
Araceli un buen pretexto para despertar al chico, que evidentemente ya estaba
dormido. Ya en el pasillo, jale un poco un mueble y lo azote contra el muro,
quería provocar un fuerte ruido que hiciera salir al chico, mi idea fue un
éxito, con cautela mire fijamente la puerta de su cuarto, se abrió ligeramente,
sólo una rendija era la apertura de dicha puerta, note su presencia, había
despertado al niño.
Note que me miraba, al verlo deje escapar una sonrisa
maliciosa, el muy imbécil no sabía que era parte de lo que yo había planeado,
busque en los pensamientos de Araceli el posible pretexto, decidí disculparme
por haberlo despertado, era lo más lógico, una pregunta espontanea salió de mi
boca:
“Sé que es tarde para preguntar, pero
estoy emocionada por saberlo ¿Cómo te fue en la escuela? ¿Listo para la
preparatoria?”
Pensé que el desgraciado tenía algún retraso mental ya
que tardo en contestar, lo más patético fue su respuesta:
“reprobé”
Pensé que era un pobre diablo, comencé a reír
fuertemente, era patético el tipo, burlonamente le pedí que me dijera la
verdad, increíblemente el tarado estaba diciendo la verdad, sin desearlo un
sentimiento ajeno (seguramente de las emociones del cuerpo de Araceli) me hizo
parar de reír, sin darme cuenta estaba molesto, volví a preguntarle lo mismo,
el infeliz ni siquiera pudo mirarme, sentí un impulso en una de mis manos, tuve
que llevar la otra encima, era cómo un hormigueo incesante, mi enojo fue
subiendo de tono, ya de una forma más agresiva le exigí que me contestara, la
tercera vez fue la misma estupidez:
“sí mama, reprobé, esa es la verdad”
El cosquilleo en la mano se convirtió en un intenso calor, tenía ganas de golpear al tonto, sin reprimirme le di dos cachetadas, luego pensé que mejor le hubiera dado un puñetazo en la cara, rápido busque en los pensamientos de Araceli, la probable respuesta a la situación; la tipa era divorciada, también pude saber que el padre odiaba al imbécil del hijo, lo más natural era la amenaza de telefonearle para que se lo llevara, estaba decidido a darle un buen susto al chico, me di bruscamente la media, comencé a caminar por el pasillo, necesitaba retirar las emociones y pensamientos de Araceli, ya no los iba a necesitar por el momento, tome el medallón, gire la gema, justo cuando llegue al tono azul, sentí un fuerte golpe en la cabeza, el imparto me hizo caer al piso, al momento del impacto con el suelo una deslumbrante luz azul me cegó, luego todo se oscureció.
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