CAPITULO V
Varias horas antes...
“Dieciséis horas trabajando para que ese
viejo imbécil siga atascándose en dinero, maldita sea la hora en que decidí
trabajar para ese idiota, si no fuera por las jodidas deudas que tengo, ya me
hubiera largado, la vida a veces es injusta con los que realmente nos esforzamos.”
Tuve que quedarme horas extras en la oficina, de
último minuto el patrón solicito el inventario del pasado mes, llevo trabajando
una semana entera durmiendo sólo tres horas, estoy realmente cansado, encima de
que en un par de horas debo de regresar al trabajo, tengo que ir a la casa de
mi tía abuela a recoger algunas cosas que me ha dejado, a la muy desgraciada se
le ocurrió morirse.
Una hora era lo único que tenía de tiempo disponible
para recoger una caja llena de porquerías, debía llegar pronto al trabajo para
continuar el reporte y entregarlo antes de las tres de la tarde; ya había
realizado casi todo, sólo faltaba pasar el borrador del inventario en un
documento “decente”. Afortunadamente vivo a unos quince minutos de la casa de
la vieja, era el último día para recoger los objetos que herede, ya que la casa
pasaba a ser propiedad de uno de los tarados de mis primos.
Cuando llegue a la casa de mi tía, había una tipa mal
encarada sentada en las escaleras, estaba seguro de que no era menos infeliz que
ella de estar en ese lugar:
“¿Señor Álvarez?... llega retrasado, estaba a punto de irme, por favor
tome sus cosas y firme estos documentos”
Me entrego una mísera caja de tamaño semejante a una
caja de huevo, ni siquiera estaba pesada, al agitarla todos lo cachivaches en
el interior producían un ruido semejante al de una maraca, firme las formas y
me largué, tenía el tiempo justo para llegar a la oficina.
La oficina era quizás el lugar que más he odiado en la vida, lleno de estúpidas personas hipócritas, siempre perdiendo el tiempo en cada oportunidad que tienen, en lo particular odiaba de sobre manera a tres personas que ese lugar, era obvio que por encima de todos mi jefe ocupaba el primer lugar, detesto al viejo con todo mi ser, en segundo sitio está la descerebrada de su asistente Araceli, ocupando el ultimo y no menos flamante lugar de mis personas no favoritas estaba el tipo de las copias, el día que me largué de aquí le daré un fuerte puñetazo.
Arribe con tiempo de sobra a mi cubículo, tome
asiento, abrí la gaveta de mi escritorio y saque una navaja, corte la cinta
canela que mantenía cerrada mi fantástica e inútil caja recién adquirida,
mirando al interior, mis sospechas eran ratificadas “basura” uno par de libros,
tres piezas de cerámica despostillada, una docena de monedas viejas de algún
país extraño, un decrepito sombrero, dos botes llenos de botones viejos y en
una cajita de metal, tenía autentica basura ahí, saque la caja de metal, tuve
que darle algunos golpes al seguro para poder abrirla, cuando logre retirar la
tapa, descubrí que contenía un horrible medallón: “¿Acaso la vieja era una
especie de bruja o solo formaba parte de un grupo satánico?”
El inusual diseño del medallón llamo mi atención,
tiene una cabeza de algún asqueroso demonio al centro, liviano, al parecer es
de plata, por lo menos me darían algo de dinero por el metal, lo gire para ver
que tenía en el reverso, una tapa circular con un hoyo al centro, en los costados de la tapa, tres anillos
llenos de inscripciones, que podían girarse, estaba dividido en dos partes, al
centro de cada parte esta incrustada una diminuta piedra, doce para ser exacto,
todas de diferentes colores, tal vez no estaba tal mal, quizás eso elevaría su precio,
me alegre cuando mire de cerca el centro, una enorme piedra, de color azul,
pensé que podía retirarla, pero lo único que logre fue girarla, la desgraciada
piedra, cambia de color, la estúpida perra de mí tía al parecer me dejo algo
que valía algunos centavos.
Decidí continuar revisándola más tarde, tenía trabajo
que terminar. Transcurrieron tres horas en completa tranquilidad, hasta que la
infeliz de Araceli marco a la extensión de mi cubículo para darme un recado del
jefe:
“Héctor, necesitamos que te apresures con el
inventario, falta poco tiempo para la hora de la comida y el jefe quiere ese
documento en su escritorio antes de que te vayas a comer”
¡Maldita puta! me limite a contestarle con un seco
"si", olvide el mal trago cuando reanude mi trabajo; dieron las dos
de la tarde, había terminado el documento, una hora antes de lo solicitado, no
lo entregaría de inmediato, seguramente si lo hacía, tendría que hacer otra
cosa urgente, dejándome nuevamente sin hora de comer. Saque de de nuevo el medallón,
continúe mi inspección al objeto, estaba contento, tanta decoración podía
elevar su precio, juguete con mis manos con el objeto, accidentalmente gire la
tapa, había algo más en el interior, el medallón esta divido en dos partes, el
reverso de cada parte contiene más inscripciones, me intereso más la parte
reversa de la pieza frontal, la joya al centro es más grande de lo que había
pensado.
Hice un segundo intento por sacar, volví a girarla,
pensé que tenía una especie de cuerda, y girándola podría sacarla, por cada
vuelta que le daba a la piedra cambiaba su color, al completar las vueltas
regresaba a su color inicial. Era una piedra extravagante, seguro sería lo más
costoso de ese pedazo de fierro.
Estuve pasando más de veinte minutos dándole vueltas a
la joya, definitivamente no saldría, antes de volverle a colocar la tapa me
interrumpió la tarada de Araceli:
“Deja de jugar con tu juguetito, necesito
que me entregues tu trabajo Héctor”
Sostuve el medallón con una mano, con la otra alcance
el inventario y me estire para entregárselo a la puta perra, el movimiento que
hice estirándome, provoco que estuviera a punto de soltar el medallón, me
contorsione cómo pude para no soltarlo, alcance a sostenerlo fuertemente por
uno de sus lados, mientras hacía malabares para no soltar el documento, Araceli
se acercó para tomar el documento, justo cuando me lo arrebato de las manos,
algo sacudió el piso, un intenso brillo verde me cegó, sentí un trancazo en la
nuca, un fuerte pitido era lo único que escuchaba, conforme el sonido disminuía
logre escuchas varias voces, pidiendo auxilio, el destello verde se convirtió
en un brillo blanco, poco a poco recuperaba la visión, estaba frente a mi uno
de tipos de limpieza junto a una de las chicas de contaduría, el idiota me
estaba gritando al oído que despertara, mientras que la mujer no paraba de
decir:
“Araceli ¿Estás bien?... Araceli ¿Estás bien?... Araceli, Araceli…”
Qué putas hacia la infeliz gritándome así, me percate
que estaba en el piso, gire un poco la cabeza, vi otro grupo de gente reunida a
unos cuantos pasos, gritaban cómo locos, algunas chicas estaban llorando,
intente incorporarme, pero las personas que tenía frente a mi me lo impidieron,
me retorcí en el piso, para evitar que me siguieran tocando, tire algunos
golpes al aire, para alejarlos, los imbéciles se asustaron y me dieron
suficiente espacio para levantarme, un ligero dolor de cabeza me puso de un
pésimo humor, no sabía que pendejada había ocurrido, pero era hora de largarme
a tragar, la chica que estaba frente a mi cuando desperté me tomo del brazo,
diciéndome:
“Araceli, espera, deja que te revise el doctor… Araceli… espera”
Le quite bruscamente el brazo, gire nuevamente, al
intentar dar un paso, sentí cómo si estuviera pisando algo, fui directo al suelo,
me sentí cómo un idiota, maldije a medio mundo, mire hacia mis piernas para ver
con que me había tropezado, me quede pasmado al darme cuenta que eso que veía
no eran mis piernas.
“Qué puta madre paso”
¿Qué sucedía? Escuche la voz de una mujer saliendo de
mi boca, ¿Qué pasaba? Mis piernas eran las de una mujer, un hombre ayudo a
levantarme con cuidado, la chica de antes volvió a tomarme por el brazo:
“Araceli, tranquila nena, debes dejar
que te revisen, te desmayaste”
Lleve lentamente hacia el piso, dos enormes tetas
estaban en mi pecho, estire mis manos, eran delgadas y pequeñas, tenía uñas,
eran las manos de una mujer, estaba desconcertado, ¿Qué ocurrió? me quede sin
habla estaba sorprendido; un sujeto llego solicitándole a la chica que estaba
unto a mi al igual que al chico de limpieza que me llevaran a la enfermería,
ambos me tomaron de los brazos, llevándome con rumbo a las escaleras, directamente hacia la enfermería.
Gente gritando, corriendo y murmurando en los pasillos
era lo que alcanzaba a escuchar en el exterior del consultorio, estaba sentado
en una cama junto a un locker lleno de medicinas, una cortina blanca, impedía
la visibilidad hacia la puerta de entrada, estaba sólo, me toque el rostro,
todo lo que tocaba me parecía diferente, lleve mis manos hacia las tetas, las
apreté un poco, eran reales, lleve mis manos hasta mi entrepierna, mi amigo se
había largado, ya no tenía nada en medio de mis piernas, el simple hecho de
tocarme en esa zona, produjo una sensación placentera, di un rápido vistazo al
resto del cuerpo, tenía el cuerpo de una mujer, busque en alguna parte un
espejo, encontré uno pequeño colgado en uno de los muros, me levante
rápidamente, me acerque casi corriendo hasta él, me mire y asombrado:
“Es Araceli… Estoy en el cuerpo de
Araceli… Soy Araceli”
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