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El Mar de Bering (Capitulo 1)

Capitulo 1 "Un sueño"

El Mar de Bering, una masa de agua congelada y abandonado en los confines del Polo Norte. Un lugar maldito para el hombre, para otros un tesoro. Sus riquezas aguardan bajo el frió y helado de sus aguas. Hace unos años inicio el nacimiento de una avaricia, empezó el deseo de pescar los cangrejos de las nieves. Muchos capitanes sin miedo a los vientos árticos y tempestades en alta mar; se enfrentaron por el deseo de tener bolsos llenos. Pasaron los años y una lista empezaba a cobrar vida; tras temporada tras temporada nuevos nombres acompañaban a los anteriores. Muchos deseos nacían, pero al mismo tiempo muchos sueños se perdían. Es difícil renunciar a tus deseos, pero es más difícil ser ahogado en tus propios sueños.
En las frías mañanas, el cielo acompañado de un contorno oscuros. Los vientos crudos que lograba congelar los dientes del más valientes. Iniciaba la melodía de las olas, que chocaban en contra el casco helado y rechinante al desgaste del fierro. Surcando entre murallas gigantes que surgían entre la nada, un capitán de alma fría con nervios de acero; dirigía a su tripulación a su próximo destino. Entre los marineros existía un joven confundido, pero con un sueño entre manos. Su primera vez en un caballo de acero, el novato entre los camaradas y con deseos de lucha. Enfrentaba por primera vez a la madre naturaleza con odio y terror. Todos se colocaban en sus puestos de batallas, su primer puesto de novato; seria la carnada.  Su nombre era William, solo tenía 20 años; el sueño que lo acompañaba solo se encontraba a unos metros de su sed.
Él siempre fue un simple iluso, soñaba ser un capitán; deseaba viajar por el mar. Simples sueños de un niño inmaduro, la vida es cruda; la vida es difícil, la vida es egoísta, la vida es injusta. El mundo fue creado para los más fuertes y nunca fue para los débiles. Aquel día la curiosidad, le daría factura. El novato inexperto, deseoso se colocaba admirar a sus compañeros. El maestre se preparaba lanzar su jaula al fondo oscuro del océano, pero el iluso había colocado sus pies en el lugar equivocado. La jaula era lanzada y llevando consigo una cuerda atada con una boya. La soga en posición de rollo se enredaba entre el pie fresco del curioso; un paso falso había cadenado lo inevitable. La tripulación horrorizada en un abrir, desaparecía en cubierta un soñador; que era tragado en el fondo del Mar de Bering. Un marinero gritaba “Hombre al agua”, por su mala fortuna la boya había desaparecido a la vista de sus compañeros. Los minutos pasaban y la respuesta era más clara; un nombre más en la lista de la temporada.
La oscuridad se había apoderado de sus ojos, el frió había logrado desaparecer el tacto; el agua le había robado sus pulmones y la presión sus oídos. Luchar había perdido cualquier sentido de esperanza, cada segundo que avanzaba se aproximaba al lecho marino. La presión aumentaba y una paz se apoderaba de su alma. Su cuerpo empezaba a mostrar apeste entre los vivos al paso de las horas; cada hora que circulaba un nuevo amigo se aproximaba a su tristeza. Al paso de un día un ejército lo acompañaban. Muchos pensadores de la época opinan, que el mejor amigo del hombre es el perro, pero creo que están equivocados “El verdadero amigo del hombre es un cangrejo de las nieves”. Surgieron muchas leyendas tras el accidente, algunas como que su alma decidió quedarse entre los vivos; algunos capitanes mencionan que su alma circula en los mares en forma de un cangrejo negro y otros que su alma ronda sin descansar atormentando por no cumplir su sueño.  
Entre la oscuridad, una puerta se abría, en silencio daba pasos en sigilo; la marca de una sombra se acercaba. Una sonrisa marcaba en su rostro, “¡Boouuuu!” Gritaba un señor con carcajadas de emoción. “¡Aaaaaaaaahhhhhh!”, Gritaban la niña del miedo que había provocado su padre al verla asustar. “¡Papa!, no me gusta que me asusten!”, Dijo la niña con miedo y con dolor a su padre. “Perdón Mandy, te prometo que no lo volveré hacer”, Se disculpaba con felicidad entre manos. “Hola hermano, veo que nos interrumpiste de nuevo en medio de una de mis historias con mi sobrina”, Dijo el hermano fastidiado al cortar la inspiración. “Papa mi tío me contaba una historia del Mar de Bering” La niña emocionada y a la vez con algo de miedo. “Enserió hija, pero es hora de dormir; mama me dijo que te llevara a tu cama” Dijo Sig con amor, al ver su hija tan feliz. Padre e hija, tomados de la mano entraban al dormitorio de su princesa. Ya en su cama la tierna niña comento, “Papa, cuando sea grande deseo ser capitán como tú”, Sig impresionado, le dio un beso en su frente. “Hija, cuando llegue el momento; yo estaré hay para apoyarte” Sig se retiró apagando la luz.

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