Un día como cualquier otro, Daniela se alistaba para ir a la escuela, ella era una niña de once años a quien sus padres siempre le ordenaban ayudar en los distintos oficios de la casa, además que siempre le exigían llevar buenas notas en la escuela. Para ella aquello no era díficil, aunque si bastante rutinario y aburrido, su cuerpo empezaba a desarrollar algunos cambios, como el crecimiento de su busto y de bello en ciertas partes de su cuerpo, pero no era algo a lo que le prestará demasiada atención, su más grande deseo era vivir una experiencia distinta de la vida.
Tenía un hermano pequeño llamado Luis de tres años de edad, ya podía caminar y hablar, ya estaba aprendiendo a ir al baño, pero su mamá y papá no le permitían dejar de usar pañales por miedo a algún "accidente". A diario jugaba con él, a veces discutían, pero por lo general la pasaban bien.
Un día cuando volvía de la escuela acompañada de sus dos mejores amigas, Ester y Ada, vió como por la calle llevaban a un tipo al manicomio.
—Guau, guau —dijo aquel sujeto.
—Agarrenlo con fuerza —dijo uno de quienes lo llevaban—, también llamen a control animal, ese perro parece peligroso.
La mascota de aquel hombre parecía furiosa y estaba interviniendo a quienes se llevaban a su amo, pero también lo atraparon y lo llevaron a la perrera.
—Pobre hombre —dijo Ester—, al final resulto que si estaba loco.
—¿Porqué lo dices? —preguntó Daniela.
—¿No lo sabes? —dijo Ada—, él era un auto denominado "gran inventor", siempre creaba objetos inutiles y la gente lo tachaba de loco, al parecer al final se le safaron los tornillos en serio.
—Por eso digo —continúo Ester—, es un pobre hombre, al final no logro inventar nada bueno aunque era lo que más deseaba.
Los trabajadores del manicomio se lo llevaron rapidamente.
—¿Qué es eso? —dijo Daniela señalando un objeto raro.
Era una bola con una pantalla y don puntas sobresaliendo. Daniela lo recogio tomandolo con ambas manos.
—Es uno de sus inventos fallidos —dijo Ada—, supuestamente puede intercambiar los cuerpos de dos personas, lo presentó en una entrevista que le hicieron en un programa de bromas, fue gracioso ver como afirmaba que funcionaba creyendo que estaba siendo transmitido como una noticia importante.
—¡Basta! —dijo Ester—, no es bueno burlarse de las personas.
—Puedo llevarselo a mi hermanito —dijo Daniela—, él podría jugar con él.
—Qué envidia —dijo Daniela—, yo solo lo tengo un tonto hermano mayor y Ester es hija única, pero tu tienes a Luisito que es tan lindo.
Las tres rieron ante aquello y continuaron su camino llevando así Daniela aquel raro objeto a su casa.
Una vez ahí busco a su hermano para mostrarle aquella cosa, pero no estaba en ninguna parte, probablemente había salido con su mamá a algún lugar. Mientras esperaba se puso ropa comoda, cambiando el uniforme de la escuela por una blusa rosada y unos jeans, luego limpió aquel objeto ya que estaba algo sucio, la pantalla no encendía de ninguna manera, posiblemente le faltaban baterías o estaba averiado, pero igual a Luisito podría gustarle.
El niño llego a casa con su madre y Daniela salio a recivirlos.
—Buenas tardes mami —dijo la niña—, hola Luisito, te tengo un juguete nuevo.
—Hola Dany —respondió su mamá—, que lindo que le hallas comprado un juguete a tu hermanito.
—Quielo velo —dijo Luisito feliz.
Su mamá reviso su bolso notando que algo faltaba.
—¡Olvide mi tarjeta en el supermercado! —dijo preocupada—, cuida a tu hermanito mientras vuelvo.
—Esta bien mami —respondió Daniela—, ven Luisito, vamos a jugar.
—¡Si! —dijo feliz el niño.
Ambos se dirigieron a la habitación de Daniela, estando ahí le mostró a su hermano el extraño objeto. El niño lo tomó asombrado por su diseño peculiar y rapidamente empezó a usarlo como un platillo volador. Daniela miraba a su hermano divertirse, para ella no parecía la gran cosa, pero recordaba que a esa edad la imaginación era poderosa y se pregunto si en verdas aquel objeto permitía cambiar de cuerpos como el inventor loco afirmaba, aunque parecía rídiculo le daba curiosidad intentar.
—Oye Luisito —dijo ella—, hay otro juego que podemos hacer con ese objeto.
—¿Cual Dañu? —respondió el niño.
Aquella era la forma de llamar a su hermana.
—Podemos jugar a que tu eres la hermana mayo y yo el hermano menor.
Aquella idea le fascino al niño, si jugaban a eso su hermana tendría que hacerle caso tal como a él le tocaba y tendría que usar el pañal incomodo en vez de él.
—¡Me gulta!, juguemos.
Daniela observo el aparato sin comprender aún como funcionaba así que intento hacer lo primero que se le vino a la cabeza.
—Toma tu una punta y yo tomo la otra.
Luisito hizo caso sin entender muy bien para que lo hacía. En la pantalla aparecieron el rostro del cientifico y su perro, pero se borraron al instante para luego aparecer los de Daniela y Luis cambiando de posición al instante. Ambos hermanos sintieron algo raro recorrer por su cuerpo, al pasar aquel efecto se percataron que algo raro habia sucedido, ¡habían intercambiado cuerpos! Luisito se paro feliz al percatarse de la situación y empezó a brincar.
—Soy la helmana mayol, soy la helmana mayol —repetía una y otra vez.
Daniela observaba asombrada a su hermano a quien le rebotaban los pequeños pechitos en desarrollo de su cuerpo, no lo podía creer, eso solo significaba que el invento funcionaba. Aún impactada recordó la escena del hombre y el perro dandose cuenta que posiblemente ellos habían intercambiado cuerpos por error, un genio tan grande ahora estaba an la perrera y debía ayudarlo, así que se puso de pie y se dirigía hacia la puerta cuando su mamá volvió.
—¿A donde crees que vas Luisito? —dijo su mamá—, y tu Dany, ¿no te dije que cuidaras a tu hermanito?
Daniela vio con preocupación a su hermano quien dio para su sorpresa una respuesta natural a su mamá.
—Solo fui al baño.
Su mamá acepto la respuesta como valida. Fue admirable como el niño evito usar letras que no podía pronunciar.
—Bueno Luisito —dijo ella—, no puedes salir solito a la calle, mejor ven conmigo.
Levanto a Daniela en sus brazos como si nada, aquello divirtió, fue genial ser transportado de aquella forma.
—Bueno mami —dijo Luisito—, voy a mi habitación.
El niño que ahora tenía el cuerpo de su hermana se esfumo del lugar de inmediato. Daniela sintió pegajoso entre sus piernas y su mamá le notó un mal olor.
—Veo que te hicite —dijo la señora—, y así quieres dejar de usar pañal, vamos a cambiarte.
Daniela fue llevada en los brazos de su mamá a la habitación de su hermano, siendo puesta en una cama mientras pensaba en que Luisito posiblemente llevaba sucio el pañal desde hace un buen rato antes del cambio. A ella nunca le dejaban cambiarle el pañal a su hermanito además que no le agradaba la idea, además que en la escuela aún no les habían enseñado nada sobre la pubertad o cosas por el estilo así que ella en realidad desconocía en que cosas eran diferentes los niños de las niñas. Su madre le bajo los pantalones, intentó actuar lo más normal posible para que no sospechará sobre lo sucedido, le abrió el pañal para quitarselo y quedaron sus genitales al descubierto, ella vio con asombro aquel pequeño gusanito e incluso le asusto, al igual que el saquito abajo de este.
—¿Sucede algo hijo? —dijo su mamá.
—No mami —respondió Daniela apenada.
Su madre le limpio atrás con delicadeza rozando un poquito su cosita lo cual causo un efecto raro.
—¡No me vayas a orinar! —dijo su mamá.
Daniela no comprendía lo que sucedía, el gusanito se habia puesto duro, era extraño para ella y le asustaba.
Después de aquella rara experiencia quería volver a su cuerpo, aunque le intrigaba saber ahora más de los chicos, no quería ser uno, sin embargo por otro lado ahora que era su hermanito preguntarle a sus padres sobre ello sería menos vergonzoso, así que decidió que antes de volver a su cuerpo hablaria con su padre para aclarar sus dudas. De esa forma decidió esperad a su papá ya que él era un niño y sabría más de ellos que su mamá; él no tardo en llegar así que Daniela se acerco a hablarme intentando parecer inocente.
—Hola papi —dijo con una sonrisa infantil.
—Hola campeón —respondió su padre tomandolo en sus brazos.
Daniela ya lo esperaba así que esta vez así que reacciono de forma natural.
—Quielo ayuda con algo —dijo Daniela imitando a su hermano.
—Preguntame lo que quieras.
—Quiero aplendel a ir al baño.
—Ya has estado aprendiendo y vas miy bien.
—No papi, quiero aplender bien y ya no tenel que usal pañal.
Su padre le sonrió al ver su motivación.
—¿Tienes ganas de hacer pipi ahorita?
—Si.
—Entonces te ayudaré.
Se dirigieron al baño, Daniela llevaba a cabo su plan exitosamente, tal era la emoción por lo que estaba por aprender que había olvidado por completo a su hermano. Una vez con los pantalones abajo empezaron las lecciones.
—Debes agarrar tu pene —dijo su padre—, y apuntar, te daré un ejemplo.
Su padre saco su cosa lo cual sorprendió a Daniela ya que no esperaba que lo hiciera.
—¡Ah!
—Tranquilo, el tuyo será así cuando seas grande, Bien, lo que debes hacer es como te dije apuntar y luego dejas salir.
Daniela siguió el ejemplo de su padre aprendiendo inusualmente rápido.
—¡Ya pude! —dijo emocionada.
—Que bueno hijo, ahora recuerda, si en los proximos días ya no mojas el pañal ya no deberas usarlo, ¿otra pregunta?
Daniela continúo con la siguiente fase de su plan para "aprender".
—¿Pol qué las ñiñas hacen pipi sentadas? Un día cuando mami me bañaba uso el baño, pero no uso su pene.
Su padre se rió al ver la "inocencia" de su hijo, desconociendo que era una actuación de su hija.
—Las niñas no tienen pene ni testiculos, ellas tienes vagina y tienen que sentarse para orinar, nosotros tenemos ventaja —dijo su papá riendo y guiñandole un ojo—, incluso en los baños públicos tardamos menos.
Daniela reconoció que aquella afirmación era cierta, talvez ser un niño no era tan malo, su cosita si no se ponía dura ni recordaba que la tenía, aunque el de su padre era enorme y se veía incomodo, pero para que fuese así pasarían años.
—Placticale un poco más —dijo Daniela.
—Bueno Luisito —respondió su papá—, te dejo, ire a ver a tu mami.
Si ya no tendría que usar pañal todo estaba resuelto, podría pasar jugando en casa todo el día, libre de ir a la escuela; de repente recordo que su hermano estaba en su cuerpo y corrió a buscarlo, al ponerse a soñar recordó que existía y que podría tener algún problema, se subió su nueva ropa interior, más no volvió a ponerse el incomodo pañal, pero antes de que pudiera ir a buscarlo llego él corriendo al baño.
—¡Luisito! —dijo Daniela.
—Quielo hace pipi —respondió él.
Oírse a si misma con aquel acento fue raro para Daniela.
—Te ayudaré.
—¡No! Yo aplendí solito y demostlale que no necesito pañal.
Daniela no pudo converncer a su hermano, pero al menos logró quedarse junto a él en el baño. El niño bajo el ziper del jean y metio su mano entre los pantalones.
—Tu cosita es muy chiquita —dijo Luisito—, no la hallo.
—Las niñas no tenemos —respondió Daniela en voz baja—, debes bajarte el pantalon, la ropa interior y sentarte.
Su hermanito no quería recibir ayuda, pero la desesperación lo forzó a hacer caso a lo que su hermana decía, una vez en posición dejo salir todo.
—¡Esto es más plactico! Apuntar con mi pene me costaba, siemple caía fuela y por eso prefiría hace en el pañal.
Daniela decidió aprovechar la oportunidad.
—Puedes ser la hermana mayor por más tiempo si quieres, así no tendrás que usar pañal y te dejarán salir a la calle.
—¡Si! Aunque no quielo il a la escuela.
—Te vas a divertir, además te ayudaré con las tareas, cuando te aburras podemos volver a la normalidad.
Luisito pensó en la idea por unos momentos.
—¡Tlato hecho!
Él niño se puso de pie e iba a ponerse la ropa interior.
—¡Espera! Antes tienes que secarte.
Daniela tomó papel higienico, hizó una mimica de lo que debía hacer dejandole claro que siempre lo hiciera de adelante hacia atras y así lo hizo Luisito.
—Que raro, pero me acostumbraré.
Esta vez había hablado sin tartamudear.
—¡Bien hecho! Si aprendes a hablar normal la gente no sospechará, aunque yo no hablaré como tu lo hacías, fingiré que ya "aprendí", incluso alegrará a mis padres.
—Aún me cuelsta, digo cuesta, prácticaré, lo prometo.
—Entonces permaneceremos así unos días, esto sera muy divertido.
—¡Claro que sí!
Ambos salieron del baño y se dirigieron al cuarto de Daniela que ahora sería de Luisito, estando ahí le enseño a su hermanito que debía sentarse con las piernas cerradas ya que siempre le decian eso su papá y mamá, aunque no sabia porque, Luisito le dijo que no se fuera a golpear sus huevitos porque le iba a doler mucho. Ambos memorizaban lo que él otro le decía para asegurarse que nadie los descubriera.
Daniela fue a su nueva habitación llevandose consigo el aparato, su cuerpo era tan chiquito y torpe que le hacía divertirse, de nuevo era chiquita, o bueno, chiquito, se sentía feliz de tener la oportunidad de tener aquella experiencia pensando en lo afortunada que fue de encontrar aquel aparato, sin embargo recordó al inventor y que debia ayudarlo, de alguna manera a su cerebro se le era dificil concentrarse ya que ante la más minima distracción olvidaba cosas importantes, era el resultado de ser ahora un niño pequeño. Sus padres no le dejarían salir a menos que su "hermana mayor" le acompañara, así que hablo con Luisito explicandole todo; el niño reacciono preocupado, sintiendo que era su deber ayudar, su nuevo cerebro era más maduro y le afectaba.
Ambos se dirigieron a hablar con sus padres con una excusa para salir.
—Papi, mami —dijo Luisito—, quiero llevar a mi hermanito al parque.
—Si mami —dijo Daniela—, quiero salir.
—¿Desde cuando pronuncias bien la "r"? —dijo su papá.
—He estado practicando —respondió Daniela.
—¡Eso nos alegra mucho! —dijo su mamá.
—¿Entonces nos dan permiso? —dijo Luis retornando al tema inicial.
—Esta bien —dijo su papá—, pero cuida bien a tu hermano.
Ambos hermanos salieron de inmediato en dirección a la perrera llevando consigo el invento, al llegar dijeron a quien cuidaba que habían perdido a su mascota, de esa manera lo convencieron para que los dejará pasar; Daniela busco por todo el lugar al inventor encontrandolo en la esquina de una jaula, con el osico en el suelo y gimiendo de tristeza.
—¡Ese es! —dijo Daniela con su voz de niño—, es nuestro perrito.
—Qué raro —dijo el trabajador—, ese perro lo trajeron al mediodía diciendo que se comportaba de forma agresiva y que era peligroso, ¿seguros que es suyo?
—Es nuestro perro guardian —dijo Luis—, esta entrenado para cuidar la casa, por eso es agresivo, pero a nosotros no nos hace nada.
A aquel hombre no le convencía mucho aquello, pero les permitií acercarse a la jaula, al hacerlo el perro se inquieto, parecía asustado, cuando entonces Daniela saco de su bolso, que por cierto cargaba Luis, el invento.
—Es su juguete favorito —dijo el nuevo niño.
El inventor al ver aquello se alegro, un impulso desconocido le hizo mover vigorozamente su cola. Al notar aquello quien cuidaba la perrera acepto que era verdad lo que los niños le decían, así que permitió salir al perro quien de inmediato intento tomar el aparato.
—¡No Larry! —dijo Daniela—, jugaremos en la casa.
Le guiño el ojo comprediendo el inventor que deseaban ayudarle por alguna extraña razón, así que decidió compertarse como un perro para que le dejaran salir.
—Buen chico —dijo Luis.
Una vez fuera de la perrera llevando consigo al inventor planearon la siguiente fase de su plan.
—Ahora hay que ir al manicomio por el cuerpo del inventor —dijo Daniela—, lo malo es que queda muy lejos y nos regañaran si tardamos más en volver.
—Pero no podemos dejar al inventol así, digo inventor.
—Lo sé, pero tampoco creo que nos dejen entrar a ese lugar, no será tan sencillo como la perrera.
El cientifico los miraba preocupado, sabía que la ayuda que le podían brindar una niña prepuber y un niño de tres años no era demasiada.
—No lo pensemos más y vamos —dijo Luis.
Daniela no pudo hacer nada ante la motivación de su ahora hermana mayor, así que corrieron sin perder más tiempo hasta el manicomio, sin embargo al llegar no pudieron hacer nada, tal como temían no les dejaron entrar así que tuvieron que volver a casa llevando al inventor consigo. Estando ahí convencieron a sus padres de dejarlos tener al "perrito", Luis se había vuelto convincente así que lograron hacerlo con la condición de cuidarlo como se debía.
Llevaron al inventor a la habitación de Daniela para intentar comunicarse con él, no encontraban como hacerlo hasta que él señalo una computadora donde podía escribir, aunque se era dificultoso.
—Gracias —escribió el inventor.
—No —dijo Daniela—, gracias a usted por crear este maravilloso invento.
—Nos a servido pala algo genial —dijo Luis.
El inventor entendió lo que habían hecho, pero necesitaba confirmarlo.
—niño/niña? —escribio en la computadora.
—¡Si! —dijo Daniela entendiendo al instante la pregunta.
El inventor no se asombro tanto, después de todo, en estos momentos el era un perro y cambiar de sexo y edad no era mas drástico que de especie, además su preocupación principal era volver a ser humano.
—Te cuidaremos —dijo Luis—, y en cuanto podemos recuperaremos tu cuerpo.
El inventor sabía que no podía hacer nada más que confiar en ellos, la última vez que intento llegar a su cuerpo había terminado en la perrera y no deseaba volver jamás.
—Esta bien —escribió y luego se recosto en el suelo.
Después de un rato el inventor tomo animos y se puso de acuerdo con los niños sobre como sería su estadía en aquel lugar, como perro le era imposible usar un baño así que decidieron un lugar donde él haría sus necesidades, además que procuraría no ser quisquilloso con la comida y consumir comida de perro que en con ese cuerpo era lo que mejor le caía, se sentía humillado, pero mientras no fuera humano era su unica opción.
Por la noche durmieron en la habitación correspondiente a su cuerpo, la cama de Daniela tenía pequeñas barras y se sentía como la cuna de un bebé, su madre le habia puesto un pañal nocturno, pero ella se lo había quitado sintiendo que no era necesario. Luis se sentía con menos espacio del que esperaba, antes al recostarse en la cama de su hermana la sentía enorme, mas ahora no lo era tanto, aunque igual sentía más libertad que en la suya y agradecía no tener que usar pañal. El inventor fue dejado en el patio de la casa, aunque los niños le permitieron entrar al acostarse sus padres advirtiendole que se escondiera por la mañana para que no los regañaran.
Al día siguiente Daniela sintió todo mojado y recordo que en la escuela sus amigas le habían mencionado algo llamado periodo que podia hacer que amaneciera con su cama manchada; ante aquel pensamiento baja sus manitas entre sus piernas encontrandose con su cosita y sintiendo todo humedo, entonces recordo el intercambio y deducio que en realidad se había hecho en la cama, sus padres le regañarían por quitarse el pañal, así que rapidamente se lo puso haciendo parecer que por la noche se le había safado un poco, hizo fuerza para mojar un poco el pañal para que fuera más creíble. Luisito se levanto con grandes ganas de ir al baño, su nuevo esfinter funcionaba a la perfección y ni había mojado la cama, pero ya no aguantaba, corrió al baño y tal como su hermana le enseño el dia anterior, se sentó, hizo lo que debía y se seco, poco a poco se iba acostumbrando aquello. El inventor paso toda la noche pensando como haría para recuperar su cuerpo, pero su cerebro canino no tenía la capacidad de racionar demasiado, así que aunque anteriormente pudo crear una maquina capaz de intercambiar cuerpos, algo que nadie había logrado, ahora le era díficil pensar en algo más que no fuera comer o jugar.
Luisito tuvo que ir ese día a la escuela, su hermana le ayudo a arreglarse además de convencerlo de que se divertiría, por su parte Daniela se salvo de algún regaño ya que sus padres afirmaron que era normal hacerse en la cama al ser tan chiquito, además este iba a ser su día libre de escuela, sin tener que escuchar las clases aburridas y aunque no vería a sus amigas igual tenía un plan pada divertirse. Ada y Ester pasaron trayendo a su amiga como era costumbre sin saber que en realidad las acompañaría su hermano.
—Adios "hermana" —dijo Daniela sonriente.
—Adios "Luisito" —respondió la "preadolescente".
Aquello extraño a sus amigas ya que no era usual, pero no le dieron mayor importancia.
La primera clase era de ciencias, en los últimos días habían estado viendo los sistemas del cuerpo humano y este dia le tocaba a uno nuevo.
—Bien chicos y chicas —dijo el profesor—, este día hablaremos sobre el sistema reproductor.
Algunos de los presentes se rieron en voz baja, por suerte el profesor no les escucho. La clase se desarrollo normalmente, pero Luisito estaba asombrado, su hermana le había dicho que iba a divertirse, sin embargo, no le explico que le enseñarían cosas tan interesantes; el profesor explico las diferencias entre niños y niñas, lo cual el día anterior Luis ya había descubierto en carne propia, luego hablo sobre la higiene y otras cosas poco interesantes para él, pero lo que lo impacto fue la explicación sobre como nacían los niños; el era muy inteligente y no le creía mucho a sus padres la historia de la cigüeña, nadie había querido decirle la verdad, ¡más ahora sabía con detalles como funcionaba!, y comprendio porque las diferencias entre niños y niñas. Aún después de saber aquello su conciencia seguía siendo inocente, desde hace un tiempo le había pedido a su mamá un hermanito ya que cuando su hermana iba a la escuela no tenía con quien jugar, ahora que era un niña, ¡él mismo podía tener otro niño!, solo debía pedirle a su hermana que le dejará su cuerpo más tiempo y al parecer necesitaría la ayuda de un niño grande; la idea de que un pene entrará por su vagina le padecía curioso, además el profesor había dicho que se sentía bien y que era la única forma de tener un niño así que decidió buscar a alguien.
Daniela en su casa jugaba con su cosita, se lo estiraba, tocaba sus huevitos, era extraño, pero se sentía bien; luego de un rato busco al inventor para jugar con él, con su mente infantil cualquier juego le parecía divertido y con un compañero lo seria aún más, sin embargo al llegar donde él no parecía animoso, se miraba super triste y agotado así que mejor se fue a su antigua habitación, ahí tenía su computadora y podía entretenerse con ella. Su mamá lo vigilaba constantemente, algo que a Daniela no le había gustado mucho, pero dado que tenia oficio que hacer y consideraba que Luisito ya estaba "grande", la dejaba a solas por ratos. Busco algún video divertido y le dio curiosidad realizar un experimento, busco en interner programas infantiles, cosas que cuando era chiquita le gustaban, pero ahora le parecían aburridas y sin darse cuenta se había quedado hipnotizada viendo caricaturas infantiles, su mente verdaderamente era la de un niño pequeño.
Wow, súper si me encanta amo este tipo de historias por esto es que pago internet jaja, abra mas continuación de verdad lo espero mucho si podría haber bastante EB esa historia
ResponderBorrarTiene un gran potencial me gusto mucho esta historia espero la segunda parte con emoción
ResponderBorrarAhora que lo pie di quizás los padres alguno de ellos sin darse cuenta intercambie usando el dispositivo con alguno de los niños o el doctor en el perro de alguna forma haya sabido llevarle la maquina a uno de los padres he intercambie con el o ella
ResponderBorrarO hasta engañe en niño siendo ma hermana y la chica vea como ahora tiene su cuerpo con terror
BorrarMe gusta mucho tu historia
ResponderBorrarContinuala porfavor
ResponderBorrarGracias a los que apoyan con sus comentarios, en mi wattpad he escrito otros capitulos, el domingo subiré el final
ResponderBorrarBastante buena, me gustaría que el Dr. Intercambio con él hermano en el cuerpo de ella o con la mamá mi
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