Todos los días despertaba a las 6 de la mañana, me vestía a
toda prisa y corría un kilómetro para esconderme detrás de una esquina. Y allí, entre las sombras, esperaba para ver como
Vaneza salía de su casa y cogía el autobús del colegio.
Era un pequeño placer
que yo disfrutaba inmensamente. Me encantaba verla caminar con su cartera al
hombro y su pelo al viento. Disfrutaba viendo como subía las escaleras del
autobús y como saludaba al conductor para luego sentarse al lado de su
compañera.
Era una pequeña satisfacción para un cobarde como yo. Porque
yo amaba a Vaneza, pero no me atrevía a confesarle lo que sentía. Simplemente
me quedaba mirando y deseando que algún día tuviera el suficiente valor para
hablarle y pedirle que estuviera a mi lado.
De esta forma había estado durante años. Hasta que una
mañana sentí que era capaz de dar el paso adelante, que era capaz de dirigirle
la palabra a Vaneza. Como todos los días me escondí detrás de la esquina y la
vi subir al autobús, saludar al conductor y sentarse al lado de su compañera de
clase. Esperé que arrancara el bus y lo seguí pedaleando con todas mis fuerzas
en mi bicicleta.
Paró en el colegio mas exclusivo de la ciudad y allí se bajó
Vaneza, iba cogida de la mano de su compañera y yo supe que no podía confesar
mi amor hasta que la intrusa se marchara. Las seguí hasta dentro de la escuela
y las vi entrar en un aula vacía. Cerraron la puerta por dentro y me llevé una
pequeña frustración por que
necesitaba saber cuándo iba a salir Vaneza para hablar con ella. Desesperado
busqué una ventana y no la encontré, tan solo una pequeña claraboya sobre el
dintel de la puerta. Acerqué una silla, me subí en ella y a través de la
claraboya espié lo que pasaba dentro de la habitación.
Sentí que el corazón me iba a estallar en el pecho cuando observé
como mi Vaneza besaba a su compañera y como esta introducía su mano bajo la
falda de mi amada. No sabía que hacer, de pronto mi mundo se había derrumbado y
lo único que hice fue lanzar un grito desesperado. Dentro de la habitación me
oyeron y vi como Vaneza y su amante terminaban su sesión lésbica y corrían
hacia la salida. La puerta se abrió, empujó la silla y yo caí sobre la amante
de Vaneza. Mientras caía no me importaba mi seguridad, sólo deseaba poder
aplastar con mi peso a esa traidora que me había robado a mi adorada Vaneza.
Recuerdo que mi último pensamiento fue golpear mi cabeza con la suya intentando
matarla del cabezazo.
Y perdí el conocimiento.
Cuando lo recobré estaba rodeado por un grupo de niñas que
me preguntaban si me encontraba bien. Les respondí que sí, y me extraño mi voz,
tan suave y tan femenina. Me llevé la mano a la cabeza y encontré una mata
preciosa de cabello rubio. De alguna forma había cambiado de cuerpo con Laura,
la compañera de Vaneza. Precisamente fue Vaneza la que me ayudó a levantarme,
me sonrió y me dijo que “Vaya susto que
nos ha dado ese viejo pervertido” Me cogió de la mano y me
condujo de nuevo a la habitación vacía, la cerró por dentro y me besó en la
boca mientras introducía sus dedos bajo mi falda y dentro de mi raja.
Al día siguiente, de nuevo me levanté temprano para contemplar
a Vaneza. Pero esta vez estaba dentro del cuerpo de Laura y la esperé sentada tranquilamente
dentro del autobús. Como todas las mañanas, Vaneza llegó puntual, saludó al
conductor, subió al autobús y sonriendo se sentó a mi lado. Era el momento mas
feliz de mi vida, ya no necesitaba decirle a Vaneza que la amaba porque ella lo
sabía.
Me gusto Carmencita 😳😍.
ResponderBorrarGracias Vanes. Sabes lo mucho que valoro tu opiniñon
BorrarMuy buena historia. Me gustaría saber qué pensará Laura en el cuerpo de este hombre.
ResponderBorrarHola Gianna.
BorrarLo cierto es que me parece poco interesante. Si alguien tuviera la oportunidad de cambiar de cuerpo con una rubia para estar al lado de vaneza. ¿ Tu crees que pensaría een los sentimientos de la pobre rubia?
Jajaja
La verdad es que debía haber explorado mas ese aspecto.
Agradezco mucho tu comentario