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La esposa de mi vecino 2

Marybeth sonrió, se sentía libre por primera vez como un pájaro fuera de su jaula. Era un mundo nuevo, aunque se sentía extraña por estar en un cuerpo masculino, para ella fue increíble controlar el pájaro de Zack, ella sabía que hoy iba a ser algo especial, era un buen día para estar viva.  Condujo hasta Elm para ver a su hermana. Beau, el marido de su pequeña hermana andaba patrullando en este momento y Marybeth sabía que Cynthia usualmente pasaba aburrida.
Al llegar a casa de Cynthia, la cual era la más grande de la ciudad, como un palacio, Marybeth llevaba un plan. La casa parecía tranquila; Marybeth estaba asombrada de lo viril que se sentía su nuevo cuerpo, era duro y atlético, listo para la acción, además su pene parecía tener mente propia ya que no podía hacer que se tranquilizará. El aparente Zack saltó del auto y corrió hacia la puerta.
Zack, ¿qué te trae por aquí? —dijo Cynthia al atender la entrada—, Beau no está en casa.
Las nuevas hormonas masculinas de Marybeth estaban a toda marcha, mientras miraba a la pelirroja aunque era su hermana, apenas podía ocultar sus incontrolables deseos y su lujuria.
Cynthia —respondió Maybeth—, tengo que hablar contigo sobre tu hermana.
Aquello intereso a Cynthia, además la apariencia de Zack parecía tener un efecto sobre la pelirroja, tenía muy buena apariencia y los deseos carnales nunca estuvieron lejos de la superficie en Cynthia, además a ella siempre le había gustado Zack. Beau la golpeaba, por eso ya no lo quería tanto, aunque no se atrevía a denunciarlo porque conocía su posición en la comisaría.
—¿Qué sucede con mi hermana? —dijo Cynthia.
Marybeth se abrió camino hacia adentro y se sentó en el sofá junto a su hermana. Cynthia se sobresaltó un poco cuando para ella “Zack” le tomó de la mano y comenzó a hablar.
—Tengo que decirte que estoy realmente preocupado —respondió Marybeth—, ella y Ted están pasando por un momento difícil, el otro día los oí discutiendo borrachos, hasta donde sé siguen molestos.
Cynthia se preocupó por aquellas palabras, entonces el nuevo Zack aprovechando la situación la abrazó; aquello hizo sentir cierta emoción a su hermana. Marybeth reía en su interior mientras contaba con avidez una historia absolutamente ficticia.
No tomó mucho tiempo para que Marybeth quien ahora estaba sentada junto a su hermana, le robará súbitamente un beso; Cynthia fue tomada por sorpresa, pero no le disgusto, de hecho, de alguna forma la reconfortó, se encontró a sí misma cada vez más caliente, luego deslizó una mano dentro del camisón de Cynthia, Marybeth hizo gemir a Cynthia. El hombre y la mujer se apretaron en sublime extasis. Marybeth sintió que había encontrado el cielo, mientras su astucia y lujuria se convirtieron en un deseo similar al del acero.
Cynthia se encontraba completamente bajo la manipulación de este hombre musculoso quien estaba aliviando su frustración sexual ocasionada por maltrato en la cama, aunque creía que no era ético.
Oh, Zack, no debemos —dijo intentando parar la situación—, soy una mujer casada.
Marybeth se quitó la ropa con un movimiento rápido, y desprendió a Cynthia del último residuo de protección sin que se opusiera demasiado; ella estaba desnuda como el día en que nació.
Oh, bebé, te quiero mucho dijo Marybeth mientras abría a su hermana.
Le mostró a la mujer ya lista, el objeto que la desfloraría, la gran herramienta maravillosa de Zack.
Cynthia dejo de quejarse, aceptando que en verdad deseaba aquello mientras Marybeth la empujaba en el sofá y sin mucho ruido, hundió su enorme polla hinchada y enrojecida en el impaciente vientre de la mujer.



—Oooh —gimió ella de placer.
Esto es genial —dijo Marybeth sintiendo la presión vaginal sobre su nuevo miembro.
Marybeth se sentía en el cielo mientras se pegaba con la gran polla de Zack a su hermana. Como un ex gimnasta, Cynthia tenía músculos como serpientes que rodeaban y presionaban con gran fuerza al gallo intruso, como un pitón agarrando un jabalí.
Mmmm —gemía Cynthia sensualmente.
Ambos disfrutaban y se acercaban poco a poco al climax, su conciencia se había desvanecido, solo podían concentrarse en el placer.
—¡No!, no estoy tomando la píldora —dijo Cynthia preocupada—, me dejarás embarazada.
No te preocupes bebé —dijo Marybeth sollozando—, te prometo que me retiraré antes de que me corra.
Cynthia escuchó esa noticia y no hizo más protestas, continuaron con las frenéticas ondulaciones; Marybeth usó la polla de Zack para perforar a su hermana en repetidas ocasiones hasta que los muslos musculosos de Cynthia se agrietaron.
Cynthia perdió la noción del tiempo, atestada de continuas ametralladoras de puro placer, incluso las palabras ya no funcionaron, ambos amantes se perdieron el uno en el otro.
Marybeth sintió cerca de sus bolas, como si estuviera a punto de soltar algo, cuando entonces sintió un líquido recorrer su nueva uretra, lanzando con una explosión una ola de fabricante de bebés en las profundidades internas del vientre fértil de su hermana; Cynthia fue vencida por la sobrecarga orgásmica y cayo agotada. Marybeth pensó aún con un poco de conciencia, "es genial ser un hombre"

2 comentarios:

  1. Debo de decir que me quede impresionado a leer esta historia. Es muy buena en verdad.

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